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miércoles, 6 de agosto de 2014

Alonso Yáñez: "Yo plantaré el estandarte de la libertad"

Era 1612, cuando a medida que transcurría el tiempo las injusticias del coloniaje alcanzaron a mestizos y criollos, obligándolos a tomar partido y a reclamar derechos como personas nacidas en estas tierras, ahí surgió la figura de Alonso Yáñez, un mozo criollo nacido en el pueblo de Tarapaya, cerca de Potosí.

Según historiadores como Luis Subieta Sagárnaga, Miguel Bonifaz, Enrique Finot y Alberto Crespo, don Alonso no fue de Ibáñez, "noble castellano", sino simplemente Alonso Yáñez, por lo que en esta publicación se adopta ese nombre, que en el libro de Alipio Valencia Vega aparece como Alonso de Ibáñez.

Después de cumplir sus estudios en la Universidad de Salamanca, de vuelta a su tierra natal se dio cuenta de la situación y se enroló en el bando de "los vicuñas", formando un ejército que dio dura batalla a los vascongados al grito de: "Yo plantaré el estandarte de la libertad". Ya que la gradación económica y política de la sociedad colonial les negó oportunidades de participación en el gobierno y la administración pública.

Con este objeto, los criollos se organizaron para luchar contra los extranjeros que les hacían sufrir y, ellos aspiraban a darse un gobierno propio, a participar de las riquezas extraídas de las minas y de las tierras y a abolir la servidumbre impuesta por la Colonia.

Es así como surge el primer intento subversivo de los criollos contra las autoridades hispánicas en Potosí, destacándose entre aquellos la figura de Alonso Yáñez.

Yáñez y un grupo de sus leales ofreció dura resistencia, finalmente fue derrotado y tomado preso durante la noche, cuando sus agotadas tropas descansaban después de una ardua jornada.

Conducido a la ciudad de Potosí, fue sometido a un juicio rápido y sentenciado a morir a la pena del garrote, habiéndose señalado el 15 de mayo de 1617 para su cumplimiento, en la plazuela del "Gallo".

Temiendo la venganza de "los vicuñas" por haber mandado a ejecutar a su principal jefe, el gobernador Sotomayor huyó a Lima, sin embargo, hasta allí le siguió doña Leonor, la viuda de Yáñez, quien se interpuso en su camino y le asestó una certera puñalada en el corazón, vengando así la muerte de su esposo, luego retornó a Potosí donde pasó al olvido.

Este ejemplo de valor y amor a su tierra fue imitado, casi dos siglos después, cuando el 10 de Noviembre de 1810, el pueblo potosino, convulsionado por la revolución libertaria, promovida en Chuquisaca y extendida por todo el continente, se unió al movimiento emancipador dirigido por los patriotas: Salvador Mattos, Pedro Ascárate, Eustaquio Equivarra, Alejo Nogales, Marciano Nogales, Joaquín de la Quintana, los hermanos Millares, Manuel Molina, Mariano Toro y Manuel Orozco.

LA REVOLUCIÓN

El movimiento insurgente de Potosí, largo tiempo controlado por las fuerzas de la opresión peninsular, que detentaban el poder económico del Alto Perú, tuvo un estallar sorpresivo.

Los españoles sintieron aquel grito "Como el sordo bramar de los mares"; ese pueblo, al saber del triunfo de los patriotas en Suipacha el 7 de noviembre, que se conoció cuando llegaron las fuerzas derrotadas, dispersas y rendidas por la fatiga, no demoró más y alzó su voz largamente reprimida.

Los patriotas potosinos tomaron el cuartel, depusieron al gobernador Francisco de Paula Sanz y apresaron a todas las autoridades realistas, evitando así que se opusieran al avance del Ejército Auxiliar Argentino.

Potosí, baluarte de la economía de los chapetones que se mantenían en el poder gracias a las riquezas explotadas en su inagotable montaña de plata, venció a la opresión e hizo repercutir en los Andes su grito de libertad, que lo hermanó con los demás movimientos del Alto Perú.

Se organizó la Junta de Gobierno Local, nombrándose a Don Joaquín de la Quintana Gobernador interino y Presidente del Cabildo.



YÁÑEZ

Alonso Yáñez, nació en Tarapaya (Potosí) en fecha desconocida y murió ahorcado en 1612, intervino en el levantamiento criollo que hubo en Potosí, ese año.

Descubierta la montaña de plata de Potosí en 1545, surgió una espléndida ciudad a los pies de este majestuoso cerro en forma de cono, al principio, poblado solamente por indígenas y algo más de 170 españoles, la noticia de que el cerro era de plata pura atrajo a muchos aventureros de diferentes regiones del mundo, quienes ávidos de riqueza fácil llegaron a tierras del Alto Perú y en poco tiempo se construyeron 2.500 viviendas que llegaron a albergar a más de 14.000 personas.

A más riqueza extraída, más gente, y el crecimiento de la ciudad era imparable, de 1580 a 1630 los habitantes de la ciudad de Potosí ascendieron a 160.000 almas. Por entonces Potosí llegó a constituirse en la metrópoli más poblada del mundo.

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