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miércoles, 6 de agosto de 2014

Pedro Muiba: Líder de la rebelión con rostro y sangre indígena

Pedro Ignacio Muiba, indígena beniano es considerado prócer de la independencia debido a que en 1810, encabezó la rebelión de los pueblos para tomar el gobierno de Trinidad y Loreto, durante algo más de dos meses. Pero debido a una traición, la insurgencia fue sofocada y Muiba terminó decapitado.

Cansados de muchos abusos de parte de los gobernadores de ese entonces, administradores y curas irresponsables, el indígena Muiba que no conoció universidades, estuvo al frente de la rebelión.

En muchos lugares del territorio americano se generaban rebeliones, pero en ninguno hubo rostros indígenas como sucedió en Mojos. Algo que recién el año 2000 fue tomado en cuenta por la Brigada Parlamentaria del Beni, para que luego de muchos trámites, se promulgue la ley que reconoce a Pedro Ignacio Muiba como héroe nacional.

En más de cien años, el arcabuz y la espada de España nada lograron en su afán por conquistar el Gran Mojos, obra realizada por el breviario y la cruz de los jesuitas desde 1675. A través de las Misiones, los pueblos indígenas perfeccionaron oficios y artes que lograron notabilidad en la Audiencia de Charcas y la metrópolis.

En ese entonces las misiones se convirtieron en institutos comunitarios de capacitación técnica y producción diversificada, y tanto prevaleció la experiencia comunitaria que el indígena se olvidó de su personalidad individual.

En 1682 empezaron a organizarse las Misiones con mojeños, canichanas, movimas, baures, itonamas, cayuvavas, tacanas, etc., como Loreto, Trinidad, San Ignacio, San Javier, San José, San Borja, San Luis, San Pablo, San Pedro, Santa Rosa, Concepción, Exaltación, San Joaquín, Santos Reyes, San Martín, Santa Ana, Santa Ma. Magdalena y otras. Si bien algunas desaparecieron durante o después del periodo jesuítico, otras se constituyeron en la base social de importantes ciudades actuales.

Con el objetivo de proteger los intereses imperiales de la península, las misiones de Mojos, se convirtieron en verdaderas fortalezas, debido a las constantes amenazas de los portugueses.

La geopolítica expansionista lusitana fue contenida por los cañones que fueron forjados por los canichanas, quienes con el apoyo de los aguerridos baures, reforzados con sus flechas en la frontera con Brasil, se constituían en verdaderos guardianes.

Entre ellos resalta el nombre de Gabriel Ojeari y Juan Maraza, quienes se convirtieron en verdaderos protectores del territorio de Mojos, participando en las batallas de La Víbora y Carayanao.

Lógicamente esa rebelión indígena, provocó la expulsión de los jesuitas, debido a ese movimiento, es que se incrementó la opresión en Mojos en 1976. En ese entonces el rey Calos II, cerró de manera urgente la experiencia comunitaria, abriendo si se puede decir una larga noche de indignidad para los pueblos indígenas, tratándolos como "bestias de carga". Sin embargo debido a la buena voluntad del gobernador Lázaro de Ribera (1786-1792), es que la opresión, los abusos y explotación se limitan de parte del régimen colonial.



DEPARTAMENTO

En medio del despojo y la frustración, los gobernantes de la República en ese entonces, cambian el nombre de Mojos por el de Beni, instituido Departamento el 18 de noviembre de 1842, durante el gobierno de José Ballivián.

El departamento del Beni fue dividido en sólo tres provincias, Mojos, Caupolicán y Yuracaré.

Cuando más arreciaba la tolvanera de la goma surge la resistencia que culmina en 1887 con Andrés Guayocho y Santos Noco, llegando a provocar enfrentamientos y muertes.

Debido a los violentos enfrentamientos, Gabriel René-Moreno, decide despedir a los mojeños que aún continuaban en el lugar por considerar irremediable su extinción, dando paso de esa forma en medio de esos espasmos, al nacimiento de la actual sociedad beniana.



BENI

El valor y patriotismo del departamento de Mojos-Beni, hizo gala en la defensa de la heredad nacional en los cofines extremos en este caso el Acre y el Chaco Boreal, sin embargo la diplomacia andina tradicional puso el estigma de derrota para la historia boliviana.

El coraje y patriotismo fue demostrado con mucha valentía en el Chaco por los benianos. En 1934 el poeta, dramaturgo y periodista, Fabián Vaca Chávez, narraba el valor del beniano con las siguientes expresiones:

"Más del 13 por ciento de la población del Beni se alistó bajo bandera de un modo espontáneo, sin agentes de reclutamiento. En el Beni no hubo un solo emboscado y, allá en el teatro de la guerra, los benianos se contaron entre los más eficientes soldados del ejército…Una aureola de gloria envuelve ya a esa muchachada del Beni, cuyo más alto exponente –el Centauro del Chaco, Germán Busch– penetró hace rato, a todo galope, en los dominios de la historia y de la leyenda. Cerca de él está Carmelo Cuéllar Jiménez, burlador de la muerte, que trajo en su brazo el vigor de la raza itonama. Y con ellos cien más, citados a menudo en las órdenes del día de cada batalla".

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