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miércoles, 6 de agosto de 2014

Sebastián Pagador: "No estimemos en nada nuestras vidas, sacrifiquémoslas gustosos por la libertad"

La noche del 9 de febrero, ante el creciente rumor de que los españoles tramaban la muerte de criollos y mestizos alistados en las milicias de defensa de la Villa San Felipe de Austria, hoy Oruro, y que por algo se los mantenía desarmados y acuartelados, es que el sargento Sebastián Pagador se dirigió a todos con expresiones que no dejaban dudas que la rebelión ya estaba en marcha:

"Amigos, paisanos y compañeros: estad ciertos que se intenta la más aleve traición contra nosotros por los chapetones, esta noticia acaba de comunicárseme por mi hija. En ninguna ocasión podemos mejor dar evidentes pruebas de nuestro amor a la patria, sino en esta. No estimemos en nada nuestras vidas, sacrifiquémoslas gustosos en defensa de la libertad, convirtiendo toda la humanidad y rendimiento, que hemos tenido con los españoles europeos, en ira y furor y acabemos de una vez con esta maldita raza".



REVOLUCIÓN

Al creciente rumor que surgió en la Villa, se sumó que los chapetones estaban prontos a victimar a Jacinto Rodríguez, de manera que amigos y partidarios se dirigieron a su casa con la finalidad de defenderlo.

Rodríguez era cabecilla de una de las acaudaladas familias, quien además era dado a la política, en su grado de teniente coronel, contaba con la firme adhesión de abogados y militares.

El 9 de febrero amaneció sin que las tensiones hubieran bajado en ninguno de los bandos, la casa de Jacinto Rodríguez era un hervidero de partidarios, unos entraban y otros salían.

Esposas, hijas y otros parientes se dirigieron al cuartel dando voces de alarma, portando armas blancas y otras para prevenir a los acuartelados; los parientes exaltados llegaron al lugar, y es cuando el sargento Pagador asume franca actitud de sublevación y en la noche lanza la proclama.

Amaneció el sábado 10 de febrero con una aparente tranquilidad, muchos soldados abandonaron el cuartel sin esperar el desayuno, y el corregidor Urrutia, vanamente trató de impedir lo que parecía de-serción, y no pudo convencerlos de la falsedad de los rumores.

Sin embargo, en la casa de Rodríguez proseguía el ajetreo de gente suya. Unos iban hacia las minas cercanas en procura de hombres, otros a cumplir determinadas tareas.

La revolución comenzó con el toque de una corneta y luego el sonido de pututus; partidarios de Rodríguez, mineros, artesanos y gente del bajo pueblo se reunían en el cerro próximo del Conchupata, y otro tanto bajaba de las minas.

Asimismo, comenzó a tañer la campaña grande de la Matriz al tiempo que los concentrados en el Conchupata profiriendo denuestos contra los chapetones, emprendían en tumulto hacia la Plaza Mayor, y otra turba se dirigía desde otras calles. Se desconoció la autoridad el Corregidor Urrutia, quien huyó a Cochabamba.

Los revoltosos se dirigieron a la plaza del Regocijo; desde la casa de Endeiza, se disparaban armas de fuego al aire, lo que exaltó a los insurgentes, que sólo poseían lanzas, palos, cuchillos y hondas.

Al amanecer del 11 de febrero se continuaba combatiendo. Y finalmente lograron ocupar la casa de Endeiza y se eliminó a los pocos españoles que quedaban. En un cabildo, la multitud pidió que Jacinto Rodríguez asumiera el cargo de corregidor y Justicia Mayor.

Luego de lo ocurrido ingresaron los indios llegados de diferentes comarcas a la Villa, siendo bien recibidos por los revolucionarios, pues creían que los iban a apoyar, sin embargo los recién llegados comenzaron a cometer abusos, lo que provocó que los españoles más organizados y con más fuerza tomaran nuevamente las riendas de la Villa.



PAGADOR

Aunque no se tiene mucha información sobre la vida de Sebastián Pagador, se asegura que su aporte filosófico se extendió más allá de los límites orureños; fue el primero en hablar de "patria".

Puede afirmarse que fue un hombre de clase media pobre, vale decir, de uno de los sectores más activos durante la sublevación. Fernando Cajías señala que "no era teniente, pero tampoco soldado raso; no era minero-azoguero, era dependiente de Rodríguez, pero no un jornalero de interior mina. Estaba en la justa posición intermedia que le permitía ser un agitador de las masas urbanas".

Pagador murió mientras resguardaba las Cajas Reales cuyos recursos estaban destinados a cubrir los gastos que supondría el arribo de Túpac Amaru; pero un tumulto de indígenas en medio de la confusión se exaltó, provocando la reacción de Pagador habiendo agredido a uno de ellos en cuya defensa los originarios agredieron hasta provocar la muerte de quien luego se convertiría en héroe.

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