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miércoles, 6 de agosto de 2014

Gregoria Apaza, la “cacica” del cerco a La Paz

Nació en Ayo Ayo en 1751. Falleció La Paz en 1782
Hay que imaginar una celda miserable, la humillación pública, la corona de espinas y el cadalso. Hay que imaginar también la endereza de una mujer indígena -Gregoria Apaza- que dirigió centenares de hombres en la batalla, que administró riquezas, que saboreó el poder, que soñó con la libertad y que amó -como sólo aman los valientes- hasta el último día.
De la hermana de Julián Apaza -o Tupac Katari, el líder de la rebelión que cercó la ciudad de La Paz en el siglo XVIII- poco se sabe. Tenía 30 años y un hijo aquel marzo de 1781 cuando estalló la furia indígena; estaba casada con Alejandro Pañuni, quien desapareció en la batalla, y fue una de las mayores conductoras y administradoras de la sublevación indígena.
El 17 de marzo de 1781 se escuchó por primera vez en La Paz el nombre de Tupac Katari. La ciudad ya era presa del primer cerco que mantuvo siete meses de hambruna, y Julián Apaza había pasado de ser un comerciante de coca al caudillo que reivindicaba la rebeldía de Tomás Katari y Tupac Amaru.
Gregoria era su generala, administraba los bienes de los saqueos, organizaba los campamentos y dirigía a los guerreros en el campo de batalla. En ese agitado panorama llegó Andrés Tupac Amaru, sobrino del líder de la rebelón inca del Perú, para apoyar a los rebeldes.
En poco tiempo el joven veinteañero y Gregoria, diez años mayor que él, eran inseparables en la batalla y en la vida. "La pasión amorosa que les envolvió fue tan notoria, tan espontánea y abierta que no pudo pasar inadvertida para nadie. De ahí que todos los declarantes en los juicios (a los insurrectos, después de aplacada la rebelión) les señalen como amantes y que ella misma termine por reconocerlo (...)", escribe María Eugenia del Valle de Siles en Historia de la rebelión de Tupac Katri, el mayor estudio del hecho.
Juntos, Gregoria y Andrés dirigieron las tropas indígenas primero desde el campamento de El Alto y después en la toma de la población de Sorata, donde reinaron durante meses.
Mientras Tupac Katari controlaba La Paz, Gregoria y Andrés avanzaban por el Altiplano para encontrarse con las tropas peruanas de Tupac Amaru que ya habían cruzado el lago. En plena gloria de septiembre de 1781, una carta de su tío obligó a Andrés a viajar a Azángano. Esa fue la despedida, que los amantes no sabían, definitiva.
El 16 de octubre, las tropas españolas lograron levantar el cerco indígena a La Paz y apresaron a Tupac Katari y a su esposa Bartolina Sissa. Gregoria armó su ejército en Sorata y viajó a La Paz para ayudar a su hermano; pero tras una cruenta batalla fue también apresada.
El 14 de noviembre Julián Apaza, condenado por alta traición contra la corona española, es descuartizado en el pueblo de Peñas. Entonces su hermana compartía prisión con su cuñada y afrontaba el juicio que determinó su ejecución.
El 5 de septiembre de 1782, Gregoria Apaza caminó ignorando los insultos en la plaza central de La Paz. Allí estaba Bartolina. No trató de ocultar su desnudez cuando los guardias realistas le arrancaron la pollera y la montaron en una mula. Frente al cadalso, quizás, pensó en su hermano sin pena: él volvería.

Liliana Carrillo V., periodista

Ma. Eugenia del Valle de Siles Fue historiadora

De la hermana de Túpac Katari, mujer singularísima y una de las figuras más interesantes de la rebelión de 1781 en los territorios de Charcas, se tuvo información en extremo insuficiente. Los textos de Historia de Bolivia apenas la mencionan y ni siquiera las narraciones seminovelescas , legendarias o románticas inspiradas en las sublevaciones indígenas se interesaron en ella. Tal silencio, en realidad, no se debió sino al desconocimiento de la documentación de esa época.

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