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sábado, 10 de agosto de 2013

Mesa es el más cibernauta y viaja constantemente

Humanista, expresidente y exvicepresidente de Bolivia, fundador de la Cinemateca Boliviana, periodista en radio, TV y prensa, autor de 16 libros y 106 documentales.

Así se define Carlos Diego Mesa Gisbert en su cuenta de twitter, red social en la que comparte a diario sus pensamientos acerca de la política y la coyuntura del país.

Confiesa que utilizar este medio le da una gran satisfacción porque a través de él sustituye su gran nostalgia por hacer periodismo.

Aunque es columnista en varios periódicos de circulación nacional, señala que no es lo mismo que cuando hacía programas de televisión o conducía el programa “De Cerca”.

Otra de las actividades que disfruta mucho es la actualización de su blog de deportes que comparte con Borja, su hijo mayor.

Aunque Mesa también maneja un blog personal de temas coyunturales y políticos, afirma que le divierte mucho y comparte momentos gratos junto a su hijo, subiendo fotografías de los clubes, partidos, haciendo recuentos estadísticos y mostrando la historia de los clásicos.

Además de interactuar a diario con los twitteros y blogueros, la vida cotidiana de Mesa transcurre, la mayor parte de la jornada, en su oficina, situada en la zona sur de La Paz.

Allí funciona la Fundación Comunidad, que él dirige y que está dedicada a la democracia, a la observación constitucional de derechos humanos y temas internacionales.

Con esta fundación se ha realizado una agenda social para América Latina y varios trabajos con la fundación del expresidente del Brasil, Fernando Enrique Cardozo, acerca de la relación de ese país con Bolivia.

La fundación también ha publicado varios libros, como su autobiográfico, denominado “Presidencia Sitiada” y le ha dado la oportunidad de hacer muchos viajes internacionales, donde participa de reuniones, seminarios y conferencias.

Su segunda actividad es la docencia en la Universidad Católica Boliviana, donde dicta la materia Historia de Bolivia, en la Facultad de Comunicación Social.

Otra de las actividades que le demanda mucho tiempo es la escritura. En abril publicó su libro de mestizaje, denominado “La Sirena y el Charango”, el cual se agotó en el mercado y ya trabaja en una segunda edición.

Asimismo, está preparando una nueva edición de su libro “Presidentes de Bolivia: Entre Urnas y Fusiles”.
FAMILIA

Mesa está casado con Elvira Salinas. Ella trabaja en una oficina internacional dedicada al área del medio ambiente, que apoya el Parque Madidi de La Paz. Como ambos tienen una actividad laboral intensa, comparten su tiempo juntos a la hora del almuerzo y por la noche. El expresidente tiene una intensa actividad social, sobre todo por las noches.

Hace un año, su hijo mayor Borja, que es arquitecto de profesión, retornó a Bolivia después de trabajar cinco años en Barcelona.

Muy orgulloso de los logros de su hijo, Mesa cuenta que éste tiene su propio estudio de arquitectura, donde realiza diseños y asesora construcciones.

Su hija menor, Guiomar, estudió fotografía en la Universidad de Palermo de Buenos Aires, pero los últimos años vivió en Madrid, donde trabaja.
RECUERDOS

El hijo de los intelectuales José de Mesa y Teresa Gisbert N., llegó el 2002 al Gobierno, como vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada. Este último, después de varias movilizaciones por el intento de vender gas a Chile, escapó del país y renunció al cargo.

Mesa asumió la presidencia el 17 de octubre de 2003 y asegura que el mejor momento de su mandato fue el 18 de julio de 2004.

“El momento más emotivo de mi gestión y en el que sentí una emoción muy grande fue el día del referéndum de los hidrocarburos”, señala.

Asegura que recuerda muy bien el recorrido que realizó por varias capitales de departamento en el avión presidencial, ese día.

Hizo un seguimiento de cómo se desarrolló el referendo, al cual califica como rotundamente exitoso porque ganaron las cinco preguntas, y además fue el primer proceso democrático de este tipo en el país.

Con este paso, Mesa considera que cumplió un objetivo histórico, que era dar un giro de 180 grados a la política de hidrocarburos.

“Fue un momento lindo, fue una verdadera nacionalización como concepto y ya luego el 2006 se hizo el decreto. En ese momento tenía el apoyo de la gente, un respaldo popular. Habíamos desarrollado un proceso estratégico para el país y me sentía muy satisfecho de lo que habíamos logrado”, finaliza.

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