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miércoles, 12 de junio de 2013

Chilenos en la Guerra del Chaco

No es una historia de ficción ni una exageración, si le dicen que chilenos se enrolaron en el Ejército de Bolivia para defender con su vida la causa boliviana en la Guerra de Chaco.

La historia militar de Chile y Bolivia refleja la participación chilena en esta contienda bélica en la última etapa; los testimonios de ambos lados muestran cómo fueron enrolados, el gran recibimiento que tuvieron en la ciudad de La Paz, su participación en los combates y su destino postguerra.

Las fuentes chilenas, en las que destacan la investigación del historiador Leonardo Jeffs Castro, sostienen que 105 exmilitares y excarabineros chilenos participaron de la Guerra del Chaco, en las filas bolivianas.

Esta información se basa en los relatos de Aquiles Vergara Vicuña, uno de los chilenos que participó en la guerra, quien después se quedó en el país y escribió varios libros sobre esta guerra.

CÓMO LLEGAN A BOLIVIA

La Academia de la Guerra de Chile explica las circunstancias históricas en su país que influyeron en la contratación de los oficiales chilenos.

Debido a los conflictos y las rivalidades políticas surgidas con motivo de la revolución, se produjo la salida de las Fuerzas Armadas de un gran número de efectivos y oficiales, que pasaron a engrosar las filas de la cesantía.

“Esto tuvo incidencia directa en la participación de muchos de estos militares en el conflicto boliviano-paraguayo, quienes buscaron de una manera apremiante satisfacer sus necesidades de carácter económico”, explica.

Mientras en Bolivia, a medida que la guerra se prolongaba, comenzó la escasez de oficiales, a consecuencia de las grandes pérdidas de vida humana.

En 1934 el Gobierno se plantea la posibilidad de contratar extranjeros para que formen parte del Ejército.

“Para la incorporación de estos Oficiales, la Legación de Bolivia en Santiago, a principios del año 1934, abrió la posibilidad de incorporar militares chilenos por medio de contratos individuales de prestación de servicios al Ejército boliviano, en calidad de asimilados”, añade el documento de la Academia de la Guerra de Chile.

Como explica Leonardo Jeffs en su investigación, la mayoría de los que se incorporaron con grados de oficiales habían pertenecido a las FFAA y a los Carabineros de Chile.

Pero, ¿qué motivó a estas personas para tomar una decisión que les cambiaría la vida?, según Jeffs, al margen del interés económico de la mayoría, puesto que los contratos eran muy favorables, otros lo hicieron por diferentes motivos como “la necesidad de sentirse útiles, en circunstancias que los combatientes de mayor edad no superaban, en 1934, los 42 años. Además, está presente, como un factor adicional, el afán de aventura, tan propio de la juventud”.

También, hay que agregar, el afán por contribuir a una causa que se consideraba justa, que incluso llega a primar sobre razones económicas, como es el caso de Gonzalo Montt Rivas y de Aquiles Vergara Vicuña quienes se incorporaron a los ejércitos de Paraguay y Bolivia, teniendo una importante carrera diplomática, y una excelente situación económica, respectivamente, explica Leonardo Jeffs.

Cabe recalcar que las edades de los combatientes chilenos fluctuaban entre los 19 y los 42 años, al momento de su contratación.
VIAJE A DESTINO Y BIENVENIDA

A partir de mayo de 1934, ocurrió la incorporación paulatina de 97, de un total de 105 oficiales.

Una vez firmado el contrato se trasladaron por barco al puerto de Arica y, desde allí tomaron el tren internacional Arica-La Paz.

Según el relato de Raúl Galleguillos, uno de los oficiales chilenos, la llegada del primer grupo de combatientes a La Paz causó todo un revuelo en esa ciudad y no faltaron las manifestaciones públicas de simpatía hacia Chile y los chilenos.

"El arribo fue una verdadera apoteosis. Jamás nadie, ni el Presidente Daniel Salamanca había recibido tantas demostraciones de aprecio y cariño. Grandes manifestaciones en el Club de La Paz, recepción en el Palacio de Gobierno”.

Asimismo, cuando este primer grupo llegó a la localidad de Samayhuate el Cnl. Julio Díaz Arguedas los recibió con un gran discurso, que denota el sentimiento de un pueblo: "Distinguidos camaradas del Ejército de Chile: Permitidme que desde ya os trate como tales. Lo hago bajo la impresión del júbilo que Bolivia y su Ejército sienten en esta hora culminante de su historia, al

cobijaros bajo la sombra de sus pendones que desde hace años tremolan arrullados por los estampidos del cañón. Habéis llegado al Chaco Boreal como heraldo de solidaridad entre nuestros países. La estrella solitaria de Chile aparece en altísimas y nevadas cimas de los Andes de Bolivia junto al sol de los Incas, en momentos en que las armas bolivianas comienzan a cosechar el fruto de la victoria en estas llanuras que habéis venido a defender. Los manes de Chacabuco y Maipú, contemplan quizás en este momento con orgullo, junto a los de Bolívar y Sucre, este gesto hidalgo que os trae aquí, como los paladines justicieros de la América.

Pronto llegaréis a las líneas de fuego a compartir con vuestros hermanos de Bolivia, las incomodidades y penurias inherentes a una campaña, a regar con vuestra sangre generosa estas calcinadas tierras, invadidas por un pueblo ávido de conquista, a luchar por los derechos de la justicia que asiste a Bolivia en esta hora histórica de su vida.(...)".
BALANCE DE LA PARTICIPACIÓN

El historiador boliviano Roberto Querejazu Calvo, quien en un acápite del Capítulo XXII de su obra dedicada a la Guerra del Chaco sostiene: "Si bien el aporte individual de los oficiales chilenos varió en relación con sus conocimientos profesionales, sus cualidades de conductores de tropas y su valor personal, el efecto psicológico de su participación fue de gran significación".

Para el historiador chileno Leonardo Jeffs, la incorporación de los combatientes chilenos en el Ejército de Bolivia, sirvió para mejorar la percepción que se tenía de Chile y los chilenos, y esto se hizo más evidente a partir de la muerte del subteniente Francisco Ortega Beiza. Si bien ya una cañada había sido bautizada, con anterioridad, como "Cañada Chile", el lugar donde murió pasó a llamarse "Campo Ortega".

Mientras que para el historiador boliviano Ramiro Molina, la contratación de militares y carabineros chilenos no sólo se debió a la carencia de Oficiales nacionales, sino a muchos factores tales como: “el ilusorio acercamiento chileno-boliviano; contrarrestar la parcialidad argentina con el Paraguay; la suspicacia boliviana por un probable cierre de los puertos chilenos; y una atrayente paga para jubilados o desocupados del Ejército y la Policía Chilena”.

También demostrar a los países mediadores del conflicto que la causa boliviana en la Guerra del Chaco tenía respaldo moral de la comunidad americana, traducido nada menos que de un país potencialmente contrario a Bolivia, consecuente de la Guerra del Pacífico.

“Con la presencia de ciudadanos chilenos en nuestro Ejército y Aviación, Bolivia olvidó sinceramente (al menos por algún tiempo) sus justificados resentimientos”, concluye Molina.

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