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domingo, 2 de junio de 2013

El estratega de Charcas

Uno de los mayores problemas de las repúblicas iberoamericanas es tratar de enterrar su pasado, para entrar en procesos de “descolonización” que pretenden borrar 300 años de historia colonial y así comenzar el recuento de los hechos históricos a partir de principios del siglo XIX, cuando logran su independencia de España.

Al proceder de esta manera, se dejan de lado las contribuciones de brillantes estadistas, quienes, por la profundidad de su pensamiento, han dejado huellas indelebles.

Tal es el caso de la figura señera del licenciado Juan de Matienzo de Peralta, el estratega de Charcas, quien incursionó en campos tan variados como la geopolítica, la administración pública, la economía y las relaciones internacionales, para trazar un perfil de la Audiencia de Charcas, hoy Bolivia.

El oidor

Juan de Matienzo de Peralta nace en Valladolid el 22 de febrero de 1520, en una familia de clase media. Su padre, cristiano viejo, originario de Santander, era funcionario real: había trabajado 20 años como empleado subalterno de la Cancillería de Valladolid. Estudia leyes en la universidad de su ciudad y después de 10 años de escolaridad obligatoria obtiene el título de licenciado en Derecho.

Trabaja durante 17 años – de 1542 a 1559 – en la Cancillería de Valladolid, en la cual es nombrado relator y adquiere una buena reputación como jurisconsulto.

El 2 de julio de 1557 los Consejeros de Indias proponen al Rey que Matienzo sea nombrado oidor de la recientemente creada Audiencia de Charcas, en reconocimiento a su capacidad profesional. El 7 de septiembre de 1558 es nombrado oidor con una remuneración anual de 4.000 pesos de oro. Asimismo, es designado Decano de los Oidores.

El 25 de noviembre de 1559 se le otorga el paso a Indias acompañado de una numerosa corte de criados. Se le autoriza a embarcar, libres de impuestos, a cuatro esclavos negros, las armas que considere necesarias y joyas y muebles por un valor de hasta 500 ducados. El 25 de enero de 1560 parte de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, juntamente con el nuevo Virrey del Perú, el Conde de Nieva y los oidores de la Audiencia de Lima Ponce de León y Salazar de Villasante, y de un futuro colega de la Audiencia de Charcas, López de Haro.

El 4 de abril de 1561 jura como oidor de la Audiencia de Charcas, al mismo tiempo que sus colegas López de Haro y Pérez de Recalde y es nombrado Presidente; es el cuarto en ocupar ese cargo. Llega a la sede de sus funciones en septiembre de 1561 con el Sello Real.

Su obra

Entre sus realizaciones más importantes como oidor, se pueden citar las siguientes:

1) La fundación de la Casa de Moneda en Potosí (1565). En el Capítulo X de la Segunda Parte de su obra, el Govierno de el Perú, explica detalladamente las razones que sustentan la fundación de una Casa de Moneda en los dominios de la Audiencia de Charcas.

2) El inicio de la explotación de las minas de azogue de Huancavelica, Perú (1566).

3) La colaboración para que se haga realidad el II Concilio Limense (1567).

4) La creación de la Sala del Crimen en la Real Audiencia de Lima (1568).

Matienzo era un apasionado por los viajes. Puesto que a su llegada a Charcas todavía no estaban dadas las condiciones físicas necesarias para la instalación de la Audiencia, comienza a viajar por su territorio para conocer, de primera mano, las características tanto culturales como antropológicas y geográficas del territorio sobre el que luego tendrá jurisdicción.

Como resultado de estos viajes y observaciones in situ publica en 1567 su obra geopolítica y administrativa más importante, Govierno de el Perú, en la cual, aparte de dar una descripción del territorio, sus habitantes y sus costumbres, hace una serie de indicaciones acerca de cómo debería organizarse el virreinato y cuáles son las proyecciones geopolíticas que debería tener la Audiencia de Charcas, para mejor servicio del Rey de España.

Su pensamiento geopolítico puede esbozarse de la siguiente manera:

La Audiencia de Charcas debe gravitar sobre el Océano Atlántico a través del puerto de Buenos Aires y sobre el Pacífico a través del puerto de Arica, que es su puerto natural.

La apertura del puerto de Buenos Aires, además de permitir la natural gravitación de la Audiencia sobre el Atlántico, permitirá reducir el tiempo y los costos de viaje desde España hasta América, evitando que los navíos deban dar la vuelta al Cabo de Hornos para llegar al puerto del Callao.

El hecho de habilitar el puerto de Buenos Aires como puerto natural de la Audiencia sirve también para poblar las tierras que actualmente corresponden al noreste argentino y de esa forma frenar los avances de los chiriguanos.

Existe la necesidad de “abrir puertas a la tierra”, es decir, abrir Buenos Aires al comercio y a las comunicaciones con España, para romper el camino obligado de las flotas Caribe – Panamá – Pacífico - Lima – Alto Perú – Potosí – Río de la Plata.

La idea recurrente es volcar Charcas hacia la Cuenca del Plata, para hacerla un pasadizo para la comunicación de Lima y Chile con España.

Dentro de su concepción geopolítica, América del Sur es un todo indivisible, con un punto de articulación: Gaboto (Santa Fe, Argentina).

Las rutas comerciales

Las posibles rutas comerciales planteadas por Matienzo fueron las siguientes:

* La Plata – La Barranca – Santa Cruz – La Serrezuela – Asunción – Buenos Aires.

* La Plata – Jujuy – Rio Pilcomayo – Asunción – Buenos Aires.

* La Plata – Jujuy – Salta – Río Bermejo.

* La Plata – Talina – Casabindo – Calchaquí – Córdoba – Cañete – Santiago del Estero – Gaboto – Kurunera – Buenos Aires.

En su concepción, el movimiento debía realizarse de la siguiente manera:

Las mercaderías que llegan al Río de la Plata:

Desembarcan en la isla de San Gabriel (o donde había estado la primera Buenos Aires). En cualquiera de esos puntos, los bienes podrían transbordarse a bergantines de poco calado que los llevasen río arriba hasta la fortaleza de Gaboto.

Una vez allí se cargarían en carretas que los trasladarían a la ciudad de Esteco en la región del Tucumán. De ahí pasarían a lomos de mulas, caballos o camélidos (que los españoles llamaban “carneros de la tierra”) para dirigirse a Jujuy y luego al puerto de Atacama junto al océano Pacífico, por entonces denominado “Mar del Sur”.

Desde allí, por barco, podía abastecerse a Chile al sur y, al norte, a Arequipa, Lima, Trujillo y Quito. Desde Arequipa se podía servir a Cusco e incluso a Potosí “a donde envían sus carneros con coca y suelen volver vacíos” por no tener carga que traer de vuelta.

Las ideas de Matienzo influyeron poderosamente en la reubicación de la ciudad de Buenos Aires y en la fundación de ciudades en el noreste argentino, como lo expresa el historiador argentino Raúl Bazán: “Matienzo fue un verdadero estadista por la claridad de sus ideas y su profética visión”.

Sin embargo, como parece ser el sino de los hombres visionarios de todas las épocas, “[Matienzo] murió sufriendo de gota, megalomanía, prostatitis y jactancia. Como no había efectivo en su casa en el momento de su muerte, hubo que vender algunos objetos de plata para sufragar los gastos del entierro”.

El 2 de julio de 1557 los Consejeros de Indias proponen al Rey que Matienzo sea nombrado oidor de la recientemente creada Audiencia de Charcas, por su capacidad profesional

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