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lunes, 13 de julio de 2015

Piden que se levante la excomunión a revolucionarios de 1809

Está claro que todos los historiadores coinciden y demuestran que los patriotas -antes, durante y después de la Revolución del 16 de Julio de 1809- estaban cansados de sufrir los abusos del sistema colonial español que despreciaba a todo aquel que no era español de nacimiento.
El sistema sometió a los originarios a un estado de esclavitud y bajo pena de muerte impuso el sistema de la mita, lo cual los obligó a explotar sus propias riquezas para enviarlas a España. También los cargaron de impuestos, etc. Por todo ello y mucho más, los pobladores del Alto Perú -hoy Bolivia- se unieron para lograr su ansiada libertad e independencia.
Juan Víctor Reyes Aramayo y Genoveva Loza Balsa son historiadores y gestores del pedido para que se levante la excomunión a los líderes independentistas de 1809, formulado ante el arzobispo de La Paz, monseñor Edmundo Abastoflor. La solicitud fue presentada el 29 de enero de 2005. Al menos 16 descendientes apoyan la solicitud; sin embargo, ellos no se han sometido a pruebas de consanguineidad que demuestren sus lazos de parentesco con los cabecillas de aquel movimiento libertario.
Según el documento enviado por Aramayo y Loza, los líderes independentistas realizaron al menos tres grandes acciones: confabularon y planificaron cómo sacudirse del yugo de la Corona española desde fines de 1790, e incluso fueron parte del amago revolucionario de 1805, preparado en Cusco, Perú; la ciudad de La Paz debía levantarse en apoyo a aquel movimiento rebelde, pero fracasó por una traición, por lo cual sus promotores fueron ejecutados en Cusco y juzgados los de La Paz.
En una segunda acción -tras varios intentos independentistas en 1806, 1808 y 1809- lograron éxito en la Revolución del 16 de Julio de 1809, tutelada por la Proclama de la Junta Tuitiva, considerada un plan de gobierno o un documento de principios que sintetiza el pensamiento revolucionario independentista de los patriotas contra la tiranía española, en el que no hay el menor ataque a la religión.
Tras la Revolución del 16 de Julio de 1809, los independentistas expulsaron a las autoridades españolas y las reemplazaron por un gobierno propio dirigido por criollos, mestizos, indios y españoles patriotas. Crearon cinco ministerios y las diputaciones indígenas, las primeras de América Hispana. El 22 de julio de 1809 formaron el Primer Ejército Libertador de América, con todos sus mandos y capellanes. El 30 del mismo mes, en solemne ceremonia religiosa, nombraron como a su patrona a la Virgen del Carmen.
También redactaron el Primer Estatuto Constitucional de América (una constitución); declararon la independencia de las colonias del Alto Perú; dispusieron que las riquezas del Alto Perú -impuestos, alcabalas, etc.- se invirtieran en provecho de los nativos americanos, pues prohibieron que fueran remitidas a los centros realistas y a España, y también quemaron públicamente los libros de Las Cajas Reales con las deudas al rey.
La última acción de los independentistas fue dejar en claro que en ningún momento atacaron a la religión o a la Iglesia Católica; es más, entre los cabecillas figuraban nueve sacerdotes seculares y de diferentes órdenes, pero entre los que apoyaban este movimiento revolucionario había muchos otros más.
Después de consolidada la Revolución del 16 de Julio de 1809, el entonces obispo de La Paz, Remigio de la Santa y Ortega, acusó a los líderes independentistas de al menos nueve "delitos”, de acuerdo con Aramayo y Loza.

Las tres excomuniones
El texto que sigue es copia original de la primera excomunión: "Nos el Doctor Don Remigio de la Santa y Ortega por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de ésta Diócesis de Nuestra Señora de La Paz; Teniente Vicario general de los Reales Exercitos de mar y tierra... Patriarca de las Indias del Consejo de su Majestad, etc. A Nuestro Venerable Señor Presidente y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral: al Provisor y Vicario general de la Diócesis: a los Curas, Eclesiásticos, y demas fieles ..., salud y bendición en nuestro Señor Jesu Cristo: Hacemos saber que nuestros Sagrados Concilios Toledanos fulminan la Excomunión mayor y terrible anatema, contra todos aquellos, que con qualquier motivo, ó pretexto se alzan contra la autoridad Real de nuestros Católicos Monarcas: y excitan el celo y vigilancia de los Prelados de la Iglesia, para que desenvainando la espada de San Pedro en estos casos combatan, persigan, y destrocen a los Alzados hasta conseguir la Subordinación, Obediencia y Vasallaje de nuestros augustos Reyes; y siendo lo ocurrido en la Ciudad de la Paz desde la noche del diez y seis de Julio un verdadero alzamiento, y rebelión contra nuestro amadísimo - Rey y Señor Don Fernando Séptimo, (...), sus obras no han conspirado á otra cosa que a substraerse de su Soberania negándole al Vasallaje, y por ello lo despojaron igualmente de sus Armas, y crearon en su lugar otras que la subyugasen: y finalmente robandole con la mayor iniquidad sus Reales haberes, quando tanto lo necesitaba, para que lo sacasen de su amarguisimo Cautiverio con otras execrables, é increíbles maldades cometidas por los Alzados especialmente por la Junta Revolucionaria, que con titulo de Representativa y Tuitiva constituyeron, y crearon. Por tanto, obedeciendo lo mandado por dichos sagrados Concilios, con la autoridad de Dios Omnipotente, de los Bienaventurados Apóstoles San Pedro y San Pablo y de la Santa Madre Iglesia, cuya autoridad en Nos, como en uno de sus Prelados, reside, separamos del gremio de la Catolica Iglesia, Excomulgamos, y entregamos a Satanas, a los Cabesas de este alzamiento, que de publico, y notorio constan ser Don Pedro Domingo Murillo alzado, a Coronel y Comandante general de las Tropas, Don Juan Pedro Indaburu alzado, a Teniente Coronel.- Don Juan Bautista Sagarnaga Regidor, alzado a Sargento mayor.- Mariano Graneros entendido con el apodo de Challatejeta alzado, a Capitan de Granaderos. - El Mulato libertino Ramon Arias alzado a Capitan de la primera Compañía de Fusileros.- Don Pedro Jose Indaburu, Don Andres, y Don Manuel Monje, y Don Pedro Rodríguez alzados a Capitanes.- Don Tomas Orrantia, Don Melchor Ximenes, entendido con el apodo de Pichitanca, Doctor Don Joaquin de la Riva alzados, a Xefes de la Artilleria, y Compañía levantada por si.- Don Pedro Cosio Comerciante Alzado a Administrador de la respetable renta de Correos, a su Hijo, entendido con el apodo de mazamorra.- Don Buenaventura Bueno.- Don Juan Basilio Catacora, Don Sebastián Aparicio.- Don Julian Galvez.- Los Presbiteros Don Andres del Castillo Exfrayle Dominico, Rector del Colegio Seminario, Doctor Don Melchor León de la Barra, Cura de Caquiaviri, y Vicario del Partido de Pacages; Don Jose Antonio Medina, Cura interino de Sicasica, Don Jose Mercado Presbitero del Arzobispado de la Plata, Don Jose Maria Monje que ocupa el Servicio de Capellan de las Tropas de Caballeria, Don Sebastián Buitron y Figueroa, entendido con el apodo de Casarasiri.- Don Romualdo Gemio, Cura de la Doctrina de Chanca, Don Gregorio Pradel.- Don Rudesindo Aragon; y finalmente Don Juan Basilio Catacora, Don Gregorio Lanza, y Don Victorio Lanza Regidor.- Los Escribanos Juan Manuel de Caseres y Mariano del Prado con los intrusos Subdelegados Don Manuel Ortiz en el Partido de Yungas: Don Francisco Maruri en el de Larecaxa: Don Jose Hermenegildo Peña en el de Sicasica: Don Gavino Estrada en el de Pacages: Don Manuel Buire en el de Omasuyos, y a todos los demas (que no podemos declararlos nominatim; pero lo haremos quando tengamos convincentes pruebas) que desde el principio de la Conmoción, o en su intermedio, han cooperado el alzamiento. Declarándolos como los declaramos malditos del Eterno Padre, del hijo y del Espiritu Santo, como los declaran dichos sagrados Concilios de Toledo en la Excomunión mayor, mandamos a todos los fieles Cristianos, les nieguen todo auxilio, favor y ayuda: que no les comuniquen ni traten aun en lo Civil, y político, negándoles el habla enteramente. Y no obedeciendo este nuestro mandato, pasaremos a declarar el Entredicho y cesación a Divinis, hasta conseguir total quietud, fidelidad y Vasallaje a Nuestro Soberano. Dado en el pueblo de Yrupaya a los veinte y siete días del mes de Septiembre de mil ochocientos nueve.- Remigio Obispo de la Paz.- por mandato de su Señoria Ilustrísima el Obispo mi Señor.- Doctor Francisco Antonio de Isaura Secretario”
En una segunda y tercera excomunión se incluye a "A Don Manuel Victorio Lanza, Doctor Don Manuel Ortiz, Doctor Don Crispin Santos Diez de Medina, y Julian Peñaranda, con todos los que han seguido el alzamiento de estos...”, además de otros independistas que se sumaron a la causa de entonces.
La solicitud
Aramayo y Loza, que piden que se levante o retire la excomunión a los líderes independistas de 1809 al actual arzobispo de La Paz, monseñor Edmundo Abastoflor, fundamentan esa solicitud en que los líderes revolucionarios no afectaron a la Iglesia Católica ni a la misma fe católica.
El documento enviado a Abastoflor señala que con la Revolución del 16 de Julio de 1809 "en ningún momento se cometieron delitos contra la fe, la religión o la Iglesia, ni significan el menor atentado contra la doctrina, el dogma, la moral y los mandatos de la Santa Madre Iglesia Católica; al contrario, reivindican los principios cristianos, aspiraciones y derechos de orden espiritual, moral, social y humano, proclamados por Nuestro Señor Jesucristo”.
Fundamentan que la pretensión está contemplada en los documentos finales del Concilio Vaticano II y en las conferencias episcopales de Medellín, Puebla y Santo Domingo. En la última de éstas se menciona las siguientes declaraciones: "Toda violación de los derechos humanos contradice el plan de Dios y es pecado”; "La Igualdad entre los seres humanos en su dignidad, por ser creados a imagen y semejanza de Dios, se afianza y perfecciona en Cristo” (N° 164).
Los gestores en la carta enviada a Abastoflor también denuncian "arbitrariedad, por la inexistencia de un proceso en su forma y fondo; no se cumplieron las citaciones y admoniciones ni los plazos; al contrario, se cometieron abusos y omisiones, empezando por la ausencia de tipificación de un delito eclesiástico, tal como menciona el Código de Derecho Canónico”.
Hacen notar que se aplicaron tres excomuniones en nueve días: la primera, el 27 de septiembre de 1809, y las dos restantes el 6 de octubre por el mismo motivo, lo que contradice la norma canónica, pues constituye un abuso de las prerrogativas eclesiásticas.
Los acusados eran católicos, cristianos, creyentes y practicantes; de los 36 imputados por el obispo, nueve eran sacerdotes y uno de ellos, el padre Andrés del Castillo, rector del seminario, entre muchos más.
Fundamentación del pedido
Aramayo y Loza señalan, en el documento presentado al arzobispo Abastoflor, que fueron "injustas las excomuniones y anatemas; olvidan el mensaje de Jesús, que defiende a los esclavos, a los pobres y desposeídos, de los ricos y abusivos ‘epulones’, y por acción de una persona se pone inescrupulosamente a Dios y a la Iglesia al lado de los sanguinarios tiranos que sometieron a todo un continente, condenando al más horrible ostracismo a esos valerosos cristianos y patriotas, al extremo de prohibir que se les preste ningún tipo de ayuda, así esta sea humanitaria, bajo la pena de que quienes lo hicieran recibiesen el mismo castigo, la excomunión mayor”.
Como ejemplo, afirman: "...cuando don Pedro Domingo Murillo permanecía colgado en la horca, nadie consoló a sus hijos menores que lloraban desesperados al pie del cadalso, anatema que obligó a muchas familias a emigrar en condiciones de extrema pobreza, porque todos sus bienes les fueron confiscados a favor del rey y cuando los caritativos sacerdotes juandedianos y otros recogieron los cadáveres de los ejecutados para darles cristiana sepultura, fueron amonestados severamente por el obispo que deseaba que se pudran en los basurales”.
"Ahora, en pleno siglo XXI, cuando la Santa Madre Iglesia Católica en su ‘agiornamento’, gran justicia y sabiduría, ha pedido disculpas por los abusos cometidos por algunos de sus representantes contra pueblos del continente, nos dirigimos a vuestra Ilustrísima autoridad para pedirle que la Iglesia que usted representa, en un acto de justicia divina y, a la vez, humana, considerando que las acusaciones contra los excomulgados nada tienen que ver con el faltamiento a la religión, la moral y la fe, y que ellos no cometieron delito alguno contra la Majestad de la Iglesia”, levante la excomunión contra esos líderes revolucionarios.
En consecuencia, señalan Aramayo y Loza, "con todo respeto solicitamos levante esas oprobiosas e injustas excomuniones, ‘Mayor y Anatema’, lanzadas contra quienes sólo buscaron liberarnos de un régimen terrenal oprobioso, y absuelva a nuestros protomártires y héroes ante Dios, para que sus almas encuentren el descanso eterno en Él y ante los hombres, América y el mundo, para que su memoria sea venerada, honrada y respetada, porque ellos lanzaron el ‘Primer Grito Libertario de América Hispana’, iniciando la Guerra de la Independencia, que prosiguió durante 16 años hasta culminar con nuestra libertad e independencia”.

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