Jesús Lijerón Mariscal tenía 26 años cuando dejó sus tareas de agricultor y ganadero en su Postrervalle nativo para partir a la Guerra del Chaco, a pocos meses del fin de la conflagración que enfrentó a Bolivia y a Paraguay, entre 1932 y 1935.
Solo estuvo cinco meses en batalla porque fue tomado prisionero por los soldados paraguayos en Capirenda, el 12 de enero de 1935, siendo trasladado a los campos de concentración de Asunción, donde estuvo cautivo 17 meses.
Las memorias de su aventura en la contienda, en el cuartel Zabala Cué y en la campiña asuncena, fueron recopiladas por su hijo mayor, Hibers Lijerón Coronado (77), que las plasmó en un libro que incluye fotos, el cual fue entregado el miércoles al museo histórico militar Héroes de la Guerra del Chaco, al igual que la libreta de desmovilización y otros documentos.
Anécdotas como soldado
Un hecho que nunca olvidó Jesús Lijerón fue cuando formando parte de una escuadra al mando de un oficial hallaron dormido a un soldado enemigo, de unos 17 años. El comandante se acercó para despertarlo, sin intención de matarlo, pero el joven despertó y le clavó su cuchillo en un ojo, dejándolo herido.
Esta reacción del paraguayo fue letal porque fue aniquilado por la cuadrilla boliviana. El oficial se recuperó, pero perdió el ojo. También recordaba el clima del Chaco, con temperaturas altas, poca agua y mucho polvo, por lo que la sed y el hambre siempre estaban presentes.
Sin embargo, lo que más recordaba Jesús Lijerón era su etapa de prisionero en la capital guaraní, pues fue observado por los cuidantes, que advirtieron su destreza para las tareas del cuidado de animales, en especial de vacas y caballos, por lo que un ministro, llamado Justo Machine, lo llevó para que trabaje en la granja de su suegro, el embajador de Suiza, de nombre Godofredo Felldmann.
Las tareas que desempeñó con destreza fueron las de la ordeña de vacas y el amansado de caballos, lo cual despertó la consideración de la familia, que lo acogió en sus largos meses de cautiverio.
Aportes al museo
Al conocer de la existencia de un museo temático de la Guerra del Chaco, Hibers Lijerón no dudó en donar los documentos originales de su padre y entregar varias copias del libro de los relatos de su participación en la contienda.
El director del museo, Carlos Linares, pidió a todos los descendientes de los excombatientes que imiten esta iniciativa de Lijerón para que la muestra se haga más rica.
Precisamente hace unas semanas Rafael Roca Peinado, hijo del benemérito Armando Roca Arredondo, hizo entrega de una foto de su progenitor y de los certificados que acreditan una medalla de guerra y su ascenso de grado
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sábado, 25 de julio de 2015
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