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martes, 14 de julio de 2015

Trincheras del Tarairí mantienen viva historia de la Guerra del Chaco




La trinchera es registrada en fotografía por un historiador
Este lunes la jornada fue extenuante, el objetivo era llegar a las trincheras de Tarairí, Iguiraro y Caigua, sector Noroeste de Villamontes, pero solo se logró arribar al primer punto, pese a la caminata de más de tres horas. Como si fuese ayer, ahí estaba una de las trincheras que mantiene la historia viva de la Guerra del Chaco (1932-1935).

Aquel episodio pasó durante una de las últimas actividades del Tercer Encuentro Nacional de Historia de la Guerra del Chaco que se realiza desde el viernes 10 de julio en esa ciudad villamontina.



VIAJE

La comitiva partió después del mediodía hacia Tarairí, el viaje en vehículo duró 20 minutos aproximadamente para luego continuar la travesía a pie.

El arribo fue hasta la antigua misión franciscana de Tarairí, metros antes una cruz blanca y una plaqueta de bronce cuya inscripción decía: "La Tercera División del Ejército rinde su homenaje a los caídos en la retoma de Tarairí" (19 de abril de 1935).

Posteriormente, se ingresó a la morada ocupada por la orden Franciscana. Varias habitaciones estaban abandonadas pero se sentía que el tiempo no pasó por allí. Donde una vez estuvo la nave principal de la iglesia, ahora solo está ocupada por vegetación, árboles y matorrales.

Antiguamente estaba el Crucifijo en el altar principal. Durante el ataque paraguayo, la iglesia fue bombardeada y prácticamente destruida, quedando únicamente a salvo dicho Crucifijo que fue inmortalizado en la obra de Gil Coimbra con el nombre del Cristo de Tarairí. El Crucifijo original fue llevado al Convento Franciscano de Tarija, donde se expone a la fecha en su museo.

Más hacia el Oeste se observó el muro original de la iglesia tomada en 1935 por el Ejército paraguayo y luego recuperada por los bolivianos.

Una parte del muro se cayó el pasado año debido a su debilitamiento. Allí también se observaron algunos troncos de la época de la guerra. Luego de pasar ese sitio, la comitiva siguió su camino por sendas delgadas que caracterizan al lugar. El paisaje natural en su totalidad invitaba a respirar aire fresco, una diversidad de plantas, árboles y principalmente insectos.

En la zona habitan además tigrecillos y víboras, pero ningún miembro del grupo se topó con esos animales. Si bien decían que había surazo, la temperatura oscilaba en 30 grados. La humedad hacía que los pantalones se peguen al cuerpo y era imposible evitar el sudor. Sendas hacia arriba y otras abajo complicaban la caminata.

La hora avanzaba y las trincheras parecían estar más lejos que cerca. En uno de esos puntos se decide volver al inicio del camino, sin tener la oportunidad de ver lo que se buscaba. El grupo, a iniciativa de algunos miembros decide dividirse en dos, el primero volvió sin reparo, mientras que el segundo continuó el paso con un solo objetivo, llegar por lo menos a una trinchera a riesgo de su propia vida.

El recorrido siguió por el monte hasta encontrar un río, defendido por el Ejército boliviano durante la campaña del Chaco. Ese hecho hacía presumir que estaba cerca una de las trincheras, sin embargo, no hubo resultados.

Los 13 integrantes de La Paz, Beni, Chuquisaca, Cochabamba y Oruro con el espíritu casi en el suelo, deciden volver. Pese a todo, la moral seguía latente en el pecho, evocando a los soldados bolivianos que estuvieron allí. En el camino se entonó "Salve Oh Patria" en un par de oportunidades.

La cabeza era tomada como posta, hasta que uno de los orureños decidió guiarla al retorno. Si bien parecía el mismo camino, el rumbo era otro, cuando el conjunto comenzó a reclamar por la equivocación en la dirección, se halló una de las trincheras utilizadas en la campaña del Chaco.

En ese instante la felicidad invadió el corazón de los bolivianos que vivaron por haber encontrado uno de los vestigios de la Guerra del Chaco, posteriormente volvieron felices hasta la carretera para partir nuevamente a Villamontes.

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