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jueves, 16 de julio de 2015

Protagonistas de la gesta del 16 de julio de 1809

Historiador Al recordar aquella noche del 16 de julio de 1809, sobrevienen muchas preguntas, una de ellas se refiere a ¿quiénes fueron los principales protagonistas?, ¿quiénes fueron los que se animaron a rebelarse contra el todavía muy fuerte imperio español? Algunos historiadores piensan que más bien debe preguntarse ¿quiénes no participaron?, porque en la rebelión participaron muchas personas.Que esa noche, los días y las semanas subsiguientes, estuvo mucha gente metida no cabe ninguna duda, pero los que encabezaron la revolución y, por ello, fueron condenados a morir o a ser desterrados, suman un centenar.Un buen número de ellos eran parte de la élite paceña: hacendados de la coca, abogados, regidores del cabildo, exautoridades, comerciantes. Sobre sus semblanzas ha trabajado especialmente el historiador Roberto Choque.Es importante recordar que desde el siglo XVIII, la principal actividad económica y la más rentable en la región paceña era la producción de coca. Varias fortunas, entre ellas la de una buena parte de la familia Diez de Medina provenían del comercio de la hoja con Potosí y otros centros.Por lo tanto, los hacendados de la coca tenían una buena posición, por eso no deja de ser intrigante pensar que personas de un buen posicionamiento económico y social hayan asumido los riesgos de una revolución. Lo cierto es que Roberto Choque ha contabilizado 21 hacendados de la coca profundamente comprometidos en la sublevación, entre ellos, los hermanos Victorio y Gregorio Lanza, Ramón Loayza y Pedro Rodríguez.Aunque son necesarios mayores estudios al respecto, parece bastante cierto que ante la crisis minera que vivía la Audiencia de Charcas, desde fines del siglo XVIII, también la producción de la coca estaba en crisis y, por ello, varios representantes del sector estaban envueltos en deudas.Otro grupo destacado es el de los abogados: Catacora, Sagárnaga, Gregorio Lanza, etc., varios formados en la Universidad de San Francisco Xavier, vinculados a varios de los abogados de la Academia Carolina que dotaron de ideología y proyecto a los hechos revolucionarios. En el grupo de los profesionales estaba Buenaventura Bueno, profesor de Latín y Gramática.La Iglesia paceña, como sucedió en todas las regiones hispanoamericanas, a lo largo de la Guerra de la Independencia, estuvo políticamente dividida. Mientras el obispo La Santa adoptó una posición temiblemente contraria a la revolución, varios sacerdotes estuvieron involucrados en ella. Tal el caso del presbítero Antonio Medina, probable redactor de la Proclama de la Junta Tuitiva, del padre Francisco Iturri, de Melchor León de la Barra y del cura guerrillero Ildefonso de las Muñecas.Llama la atención que dentro de ese grupo de propietarios, abogados, regidores y exautoridades, fuera elegido como presidente de la Junta Tuitiva, Pedro Domingo Murillo, un hombre de pocos bienes, conocedor del derecho, pero sin título de abogado, hijo de cura, lo que en la época era un estigma social que le impidió recibir herencia. Además de su carisma tenía dotes como militar, tan necesarios en época de violencia.También estuvieron dos españoles, Indaburo y Navarro, hacendado, de buena posición social y política, que en medio de la rebelión se pasó de bando, ante la noticia de la llegada de las tropas realistas. El que impidió que Indaburo retomase la ciudad fue otro español, el gallego Gabriel Castro, uno de los más radicales que resistió hasta la muerte, en Yungas.Otro personaje al que la memoria colectiva no ha rendido suficiente homenaje es Juan Manuel Cáceres, el escribano de la Junta Tuitiva, ya un hombre mayor en el momento de los sucesos, como Murillo. Logró huir de la sentencia de enero de 1810 y prófugo dirigió a los sublevados indígenas de Pacajes. El historiador René Arze es el que más ha investigado sobre este importante personaje. Durante la noche revolucionaria participaron muchas mujeres, sus nombres han quedado en el anonimato. Pero, durante el proceso independentista, destacaron varias paceñas como Simona Manzaneda. La figura más emblemática y legendaria es la de Vicenta Juaristi Eguino Diez de Medina, bella, de clase alta, eterna conspiradora, fue de las pocas sobrevivientes, que junto a Miguel Lanza, dio la bienvenida a Sucre, escogida, entre todos, para el discurso central.María Luisa Soux, en su estudio sobre el mundo femenino y familiar durante el proceso de la Independencia, resalta la activa participación de mujeres de la élite paceña en uno y otro bando. Sin duda, destaca entre los patriotas, Vicenta, que pertenecía, por Diez de Medina, a una de las familias más poderosas, gracias al comercio, la hacienda y la coca. Como Soux y Klein recuerdan, en esa época no pocas mujeres paceñas tenían bastante libertad para manejar sus tierras y sus joyas, las que utilizaron para apoyar a unos y otros, o para liberar a sus maridos.Mujeres luchadoras, como lo fueron, 30 años antes, Bartolina Sisa y Gregoria Apaza. Finalmente, es importante recordar a algunos que estuvieron del lado realista. Unos españoles europeos como el Obispo La Santa, otros criollos arequipeños, como Goyeneche o Pio Tristán, que murieron en sus camas, llenos de gloria y fortuna, mientras la gran mayoría de los patriotas del 16 de julio murió violentamente.


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