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martes, 28 de julio de 2015

Precursores de la independencia americana Francisco de Miranda


Miranda en la prisión de La Carraca, Cádiz, donde permaneció hasta su muerte en 1816, cuando aún parecía lejana la libertad de su patria Venezuela. Cuadro de Arturo Michelena.

En la guerra de la independencia americana hubo hombres de grandes ideales como Francisco de Miranda, conocido como “El Precursor”. Dotado de poderosa voluntad y entrega, de singular simpatía participó en los tres grandes movimientos que iniciaron la época contemporánea: la Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y la Revolución emancipadora de la América hispana. Obtuvo los más grandes galardones y meritorias designaciones que ningún otro militar y político de su época: fue Dictador Plenipotenciario y Jefe Supremo de los Estados de Venezuela, Mariscal de Francia, Coronel de España, Estados Unidos, Rusia y Héroe de la Revolución y las Guerras de Independencia Hispanoamericana.

Miranda nació el 28 de marzo de 1750 en Caracas, Venezuela, hijo de un comerciante canario (Islas Canarias, España). Estudió filosofía en la Universidad de Caracas. En 1771 fue enviado a Es-paña, allí siguió la carrera de las armas. Visitó París, donde lo atrajeron las nuevas ideas. Peleó como soldado español en África y en el cuerpo del ejército his-pano que combatió en los Estados Unidos junto a los rebeldes de las trece colonias. En 1779, España se involucró en la Guerra de Independencia de Estados Unidos con el objetivo de mantener sus dominios en Luisiana, recuperar Florida y obligar a Gran Bretaña a mantener varios frentes bélicos simultáneamente. Miran-da participó brillantemente en la batalla de Pensacola, 8 de mayo de 1781. Por otro lado, estuvo en la mira de la Inquisición por delitos de proposiciones, tenen-cia de libros prohibidos y pinturas obsce-nas. En 1783, en Filadelfia trabó amistad con Jorge Washington y concibió la idea de emancipar a la América hispana.

Hombre infatigable y de gran empeño, buscó ampliar sus conocimientos y lite-rarios con el estudio de la trigonometría, la geometría, el álgebra, la física, la ópti-ca, la gramática, la poesía, la música y la comedia. También complementó su cul-tura general con lecturas de religión e historia y mejoró sus conocimientos de los idiomas italiano, inglés y francés.

Cimentado sus ideales libertarios buscó en Europa la ayuda de algunas po-tencias para llevar a la práctica sus pla-nes de emancipación. Estuvo en las cortes de Federico el Grande de Prusia, de José II de Austria, de Catalina de Rusia, en Constantinopla (capital turca). En todas partes eran muy bien recibido, gra-cias a sus cualidades personales y un perfecto conocimiento de distintos idio-mas. Estuvo también en Inglaterra, y en 1791 pasó a Francia, donde se puso al servicio de la Revolución Francesa, mili-tando en filas de los girondinos, llegando a general de los republicanos. Su nom-bre figura en el Arco del Triunfo de París entre los nombres de los caudillos milita-res de la Revolución.

Después de la caída de los girondinos fue apresado por los jacobinos y sólo recuperó la libertad y salvó la vida gra-cias al complot del 9 de Thermidor –27 de julio de 1794–, que derribó la dictadu-ra terrorista de Robespierre. Durante es-te sangriento periodo de Terror, la cabe-za de Miranda estuvo dos veces al borde de la guillotina. Expulsado de Francia por el Directorio, pasó a Inglaterra y luego a los estados Unidos, allí, respaldado por el presidente Jefferson organizó una pe-queña expedición con la cual se dirigió a las costas de Venezuela. Cuando de-sembarcó pensó que el pueblo se le uni-ría para luchar por la libertad, pero nadie le prestó apoyo, el momento no había llegado.

Miranda tuvo la visión de un gran im-perio independiente que agrupara a to-dos los territorios que estaban en poder de españoles y portugueses, desde la margen derecha del río Misisipi en el nor-te hasta la Tierra del Fuego en el extre-mo sur del continente. El imperio estaría bajo dirección de un emperador heredita-rio llamado Inca para apaciguar a las etnias in-dígenas y tendría una legislatura bicameral. Concibió el nombre de Colombia para este im-perio, inspirándose en Cristóbal Colón.

Fracasada la expedi-ción, Miranda regresó a Londres en 1806, en la capital fundó la sociedad secreta “Logia America-na” de la cual era Gran Maestre, para coordinar esfuerzos de los visiona-rios hispanoamericanos y para llegar a un enten-dimiento con los ingleses. Estos mostra-ban gran interés en prestar ayuda a las colonias españolas dispuestas a conse-guir su emancipación, ya que de este modo también serían libres para incre-mentar el comercio.

Juraron por los ideales de la Logia Bernardo O‘Higgins, Simón Bolívar, José de San Martín, Antonio Nariño, Bernardo Monteagudo y otros. La “Logia Lautari-na” tuvo su origen en el modelo de Mi-randa.

El 19 de abril de 1810, Venezuela inició su proceso independentista, por lo que Simón Bolívar y Andrés Bello en misión diplomática en Londres persuadieron a Miranda para volver a su tierra natal. Ya en Venezuela fue recibido con honores en el Puerto de La Guaira. En Caracas se le confirió el grado de general del ejército y fundó la Sociedad Patriótica que se convertirá en la principal promo-tora del rompimiento con España. El 5 de julio de 1811, tuvo el honor de firmar el Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela.

Así como fue el primero en actuar también fue la primera víctima de este movimiento. Tras el contraataque de los realistas, la caída de la plaza de Puerto Cabello, temiendo una derrota desastro-za llevó a Miranda a la capitulación de San Mateo, acusado de traición por sus propios compañeros de armas, se lo re-dujo a prisión y aun se pensó en fusilarlo; pero luego fue entregado a los realistas. El general caído en desgracia es condu-cido a España, al arsenal de La Carraca, Cádiz, allí, tras cuatro años de encierro falleció el 14 de julio de 1816, a los 66 años de edad.

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