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viernes, 17 de julio de 2015

Banzer gestó el golpe de 1980 para matar a Quiroga Santa Cruz




Hace 35 años, el 17 de julio de 1980, se registró uno de los golpes más cruentos de la historia de Bolivia, el que encabezó Luis García Meza y la Junta de Comandantes con el objetivo asesinar a Marcelo Quiroga Santa Cruz, líder del Partido Socialista (PS-1).

Quiroga Santa Cruz fue asesinado ese día luego de ser herido en el edificio de la Federación de Mineros donde se realizaba la reunión del Comité Nacional para la Democracia (CONADE) y posteriormente fue torturado y muerto en el Estado Mayor y los rumores siempre apuntaron a Hugo Banzer Suárez como al autor intelectual de esa muerte.
En una entrevista dada al periodista Eddy Andrade Valdez de la red ERBOL, el 18 de marzo de este año, el ex dictador Luis García Meza reconoció lo que fue un grito a voces durante mucho tiempo. “(Hugo Banzer) venía a llorarme a mi casa para que hagamos el golpe del 17 de julio, porque él es el que escogió la fecha. (Yo) no sabía nada, él hizo todo y él mató a Quiroga Santa Cruz”.
En 2002 el ex edecán de Banzer, Luis Azurduy, reveló una información que corrobora estos hechos ya que según su versión, los paramilitares que tomaron la COB y mataron a Marcelo Quiroga Santa Cruz eran el grupo de seguridad de Yolanda Prada de Bánzer
El motivo detrás de la necesidad de matar al líder socialista está en el hecho de que en 1980, Quiroga Santa Cruz inició un juicio de responsabilidades contra Hugo Banzer Suárez por sus actos durante siete años de gobierno dictatorial de 1971 a 1978, tanto por las violaciones a los derechos humanos, asesinatos y desapariciones, como por el endeudamiento y crisis económica en que sumió al país.
“El objetivo era matar a Marcelo Quiroga, fueron directo a matarlo”, sostiene Roberto Ruiz Bass Werner quien recuerda ese 17 de julio en el que él se enteró del golpe, siendo estudiante universitario en La Paz y miembro de Partido Socialista 1 (PS-1) de Marcelo Quiroga Santa Cruz. “Lo primero que hice fue ir a buscar a un primo universitario que estaba con un amigo troskista y les dije que guarden sus libros porque se dio el golpe y se rieron y no me creyeron”. Le dijeron que las condiciones no estaban dadas para un golpe de Estado.
“Estábamos a 50 metros del edificio cuando oímos un tiroteo y aparecieron las ambulancias, salieron paramilitares con acentos de gauchos y nos pusieron contra la pared y no nos dejaron avanzar. Cuando se fueron las ambulancias entramos y vimos el cuerpo de Carlos Flores y otro dirigente tirados, preguntamos por Marcelo Quiroga y nos dijeron que se lo habían llevado herido, arrastrándolo hacia las ambulancias con rumbo al Estado Mayor”.
Marcelo Quiroga no se esperaba el golpe, sostiene Jaime Paz Zamora, ex presidente de Bolivia, “porque cuando fue el de Natush Bush no se apareció y ese día sí fue a la reunión, él no creía que iba a haber golpe”.
Ese día fueron detenidos los dirigentes sindicales de las diferentes organizaciones de trabajadores de Bolivia, muchos de ellos fueron torturados y asesinados excepto Juan Lechín Oquendo, máximo dirigente de la COB quien recibió un trato diferente y luego fue liberado y enviado al exilio.
“No se porque pero a él lo soltaron”, recuerda Paz Zamora.
Mientras, la gente resistía en las calles y enfrentaba a los soldados que salían con los tanques en las calles, muchos morían ametrallados. “La gente de La Paz era muy valiente”, recuerda Teresa quien prefiere usar un nombre ficticio y quien vivió el golpe de estado en La Paz y cuyo esposo fue dirigente sindical, perseguido y exiliado político. “Decían que a los soldados los drogaban para que tuvieran el valor de disparar contra el pueblo”.
“Los rumores de golpe eran permanentes- recuerda Teresa-. Mi esposo tenía un amigo que lo estimaba mucho y era pariente de Arce Gómez, este amigo le advertía cada vez cuando se avecinaba un golpe de estado y mi marido se lo decía a Juan Lechín y a la dirigencia, que no se lo tomaban en serio pero la COB denunciaba entonces, a través de los medios de comunicación, la fecha en la que se iba a dar el golpe de estado y este se posponía”.
Por alguna razón, según Teresa, antes de ese golpe, este amigo no le advirtió a su esposo por lo que él no pudo dar la voz de alarma a los dirigentes de la COB. “Nosotros supusimos después, que este amigo no le dijo nada esta vez porque su pariente, Luis Arce Gómez, ya le había ofrecido algún cargo en el nuevo gobierno, porque luego del golpe supimos que estaba en un cargo. Pero era una buena persona y fue leal y nos ayudó a permanecer clandestinos luego del golpe para que no nos detuvieran antes de que saliéramos al exilio”.
Teresa recuerda los días posteriores al golpe de estado, cuando tuvo que abandonar su casa con sus cuatro hijos y buscar refugio para cada uno de ellos en diferentes lugares y también para ella, pero fundamentalmente para su esposo que se salvó de ser apresado en la reunión del CONADE por casualidad, debido a que salió de allí un momento para hacer un trámite antes de la pausa del medio día y cuando intentó volver se enteró del golpe y ya no volvió.
La clandestinidad y el exilio eran las únicas dos opciones de los militantes de izquierda de aquellos tiempos en los que se luchaba en contra del autoritarismo y por los ideales de una sociedad democrática y cuando Luis Arce Gómez que era el ministro del Interior les advirtió que debían andar con el testamento bajo el brazo.
“En esos tiempos éramos jóvenes de diferentes posturas ideológicas que confluíamos en las calles y nos rebelábamos contra la dictadura, pero el objetivo común era la lucha en contra de las violaciones a los derechos humanos de las dictaduras, primero de Hugo Banzer Suarez y luego de Luis García Meza”, explica Miguel Navajas quien fue activo militante del Movimiento de izquierda revolucionaria y posteriormente del Movimiento Bolivia Libre (MBL).
En la dictadura hubo al menos 500 muertos, 4000 detenidos y una cantidad indeterminada de desaparecidos.
Lo que asombra hoy, en la coyuntura política actual es que hubiera tanta gente dispuesta a arriesgar su vida por un ideal. “Nosotros discutíamos por nuestras diferencias ideológicas entre nosotros y no por pelearnos un cargo y eso debiera tener presente a juventud actual. Mi mejor época fue la de contribución junto a miles y miles de jóvenes para que este país fuera democrático”.
Navajas es la voz de los miles de personas que lucharon y murieron por la democracia y que hoy son anónimos y cuya postura es difícil de entender para las generaciones que no vivieron la dictadura en Bolivia.
“Nuestra postura tenía que ver mucho con la formación familiar y con el compromiso que se traduce en principios y la transformábamos en una ideología que es como nuestra fe, la cultivamos, la amamos, como tenemos fe en Dios hay que tener fe en construir un país mejor en el que no haya autoritarismos y todos tengamos derecho a disentir”
En 1981 se produjo también la llamada masacre de la calle Harrington, cuando fueron asesinados ocho miembros de la Dirección Nacional Clandestina del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). “Hoy se sabe quiénes mataron a Quiroga Santa Cruz y quiénes participaron en esta masacre y siguen libres, no se ha hecho justicia”, lamenta Miguel Navajas quien vivía en Tarija durante el golpe de Estado y permaneció en el país tres meses en la clandestinidad y tuvo que salir a Perú y posteriormente fue enviado a Suecia. “Desde allí-recuerda-seguimos apoyando a la resistencia con recursos que provenían de nuestros sueldos y en ello nos ayudaba la Iglesia que era la encargada de hacer llegar el dinero a los que correspondiera, que eran compañeros que se habían quedado resistiendo en el país y que pasaban necesidades”.
La caída del régimen
dictatorial
Al régimen dictatorial de Luis García Meza se lo recuerda como uno de los más cruentos por la cantidad de muertos y desaparecidos pero se lo vincula también con los innumerables actos de corrupción e incremento del narcotráfico en Bolivia.
La dictadura duró algo más de un año, hasta el 4 de agosto de 1981 cuando Luis García Meza fue obligado a renunciar por otra junta militar que debió iniciar la transición a la institución de un gobierno democrático.
Ese fue el último golpe de Estado que soportó Bolivia luego de una larga historia de sucesivos golpes de estado.



El triunfo de la UDP y el fracaso de la democracia pactada

Los antecedentes del golpe militar de Luis García Meza se remontan a la convocatoria a elecciones hecha por Hugo Banzer Suárez en medio de la crisis de su gobierno dictatorial y que tenía como objetivo ir hacia lo que se denominó democracia pactada, según explica el ex presidente Jaime Paz Zamora. “Ese era el proyecto inicial de Banzer que pensó en un gobierno de los civiles (partidos de derecha como MNR, ADN y Falange Socialista Boliviana) con los militares, como habían gobernado siempre”.
Ese plan se vino abajo por la aparición de la Unidad Democrática Popular cuyo líder, Hernán Siles Suazo, provenía de la división del MNR y logró aglutinar en torno a sí a la izquierda boliviana. Exceptuando el partido Socialista 1 (PS-1). Jaime Paz fue primero candidato a senador y posteriormente a vicepresidente.
La UDP ganó tres elecciones consecutivas con la corte electoral totalmente en contra. “Nosotros arrasábamos-explica- Paz Zamora, sacábamos más del 70% pero ellos no nos daban más que el 36%”, por este motivo se llevaba la elección al Congreso donde se empantanaba. Eso llevó a la designación del presidente del Senado, Walter Guevara Arce a la presidencia que duró muy poco pues el 1 noviembre de 1979 se produjo el fallido golpe de Natush Bush.
Como reacción se produjo un levantamiento popular encabezado por la Central Obrera Boliviana (COB) que generó a su vez una violenta represión generalizada, incluyendo la Masacre de Todos Santos, donde murieron más de 100 personas y se produjeron 30 desaparecidos. Dieciséis días después, la resistencia popular obligó a Natusch Busch a devolver el poder al Congreso que eligió a la Presidenta de la Cámara de Diputados, Lidia Gueiler, como Presidente interina de la República, hasta las elecciones del 29 de junio del año siguiente.
Pero la tensión política y social en Bolivia continuaba y era permanente, del 21 de marzo de 1980, el padre Luis Espinal fue detenido por paramilitares, torturado y asesinado. Su cuerpo fue hallado la tarde del día siguiente.
El 2 de junio, antes de las elecciones se realizó el atentado terrorista de derecha que hizo estallar en el aire el avión en el que debió estar Siles Suazo, quien salvó su vida al no subir al avión debido a su estado de salud después de sucesivas campañas electorales y el candidato a vicepresidente Jaime Paz Zamora quien si iba en el avión y sufrió serias quemaduras en la cabeza y las manos. En el atentado murieron importantes líderes de la Unidad Democrática y Popular (UDP).
La avioneta pertenecía a una compañía de taxis aéreos de propiedad de Luis Arce Gómez, quien asumió el Ministerio del Interior en el golpe de estado que se realizó un mes después y se encontraba directamente a cargo de las actividades clandestinas de represión e inteligencia.
Antes de la elecciones y durante el cierre de campaña, Hernán Siles Suazo sufrió otro atentado en El Prado donde le lanzan tres granadas pero no lo matan, en el hecho pierde la vida un niño y otras dos personas.
Contra lo esperado por los sectores golpistas, el ataque incrementó la popularidad de Siles y en las elecciones obtuvo el doble de los votos obtenidos el año anterior.
“Ellos tenían la Corte electoral en sus manos y no nos reconocían los votos que en realidad sacábamos sino mucho menos pero no podían ocultarlo todo así que igual ganábamos”, recuerda Paz Zamora.
Nuevamente se niegan a entregar el gobierno a Hernán Siles Suazo y designan a Lidia Gueiler Tejada presidenta y comienza a gestarse el golpe.

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