El domingo 12 de octubre El Alto paralizaba todas sus actividades. La céntrica zona 12 de Octubre (Ceja) no festejaba y la feria 16 de Julio era suspendida en un hecho inédito.
Gonzalo Sánchez de Lozada había encomendado el traslado de gas y gasolina escoltados por camiones caimanes y efectivos militares. El llamado ‘convoy de la muerte’ llegó a la planta de Senkata y durante su subida dejó muerte en la jornada más negra de aquel 2003.
El mandatario comprometía no realizar ninguna negociación sobre el tema de exportación de gas por puertos chilenos y convocaba a la “tregua” para la tarde del lunes; sin embargo, la matanza ya había sentenciado su salida del poder.
Desde las 7 de la mañana los carros salían hacia La Paz, a las 10 se registraban las primeras cuatro muertes. EL DIARIO reportaba los decesos mientras se hacía la cobertura de los velorios públicos de las víctimas de Ventilla. Doce camiones seguían su trayecto mientras las balas salían indiscriminadamente.
26 fallecidos dejó ese domingo. Incluso se reportó la muerte de un soldado, Singar García de 20 años, quien se habría negado a disparar a la gente y recibió un golpe de fusil y un tiro de gracia de su superior “por no subordinarse”.
La gente salía a las calles para bloquear el paso de los tanques comunicándose golpeando los postes de luz. A las 17 horas, El Alto ya era un escenario de luto con capillas ardientes en Senkata, Rosas Pampa, Ballivián y Río Seco. La barbarie era tal que incluso se verificó la muerte de personas con cuatro balas o la asfixia de un hombre por el gas lacrimógeno.
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