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miércoles, 7 de agosto de 2013
La invasión del Alto Perú por tropas brasileñas
Mcl. Antonio José de Sucre.
Un destacamento de las tropas imperiales al mando de Araujo é Silva, sin previo aviso invadió la Provincia de Santa Cruz de la Sierra e intimó al Gobernador independiente de esa provincia don José Videla para que la evacuase la provincia sin demoras, amenazándolo, en caso de desobediencia en talar al país y pasar a cuchilla la guarnición, pero allí no paró el asunto, tuvo la imprudencia de amenazar también nada menos que al General en Jefe del Ejército Unido, Antonio José Sucre, bajo cuya protección se habían puesto las provincias altoperuanas. El cumanés, que no se andaba por las chiquitas le devolvió la afrenta y le escribió:
CUARTEL GENERAL ENCHUQUISACA, A 11 DE MAYO DE 1825
Al señor comandante en jefe de las tropas del Brasil en las fronteras de Chuiquitos,
Don Manuel José Arenales:
“La nota que Vd. se sirve dirigirme el 26 de abril acaba de llegarme a mis manos. El comandante Ramos gobernador de Chiquitos, no sólo carecía de facultades para ninguna negociación con Vd., sino que no tenía ninguna credencial para entrar en relaciones con el gobierno extranjero. La entrega que ha hecho de la provincia de Chiquitos a Vd. es una traición y una perfidia; y Vd. ha cometido una agresión injusta en ocuparla. La provincia de Chiquitos perteneciente a estos territorios, y puesta bajo las armas libertadoras, no pueden recibir otra autoridad que las que se les destine por su gobierno legítimo.
“No puedo persuadirme que Vd. tenga órdenes del gobierno del Brasil para la invasión que ha hecho; y la conducta de Vd. que marchando de mano armada a posesionarse de un modo usurpador de esa parte de nuestro país, sin haber precedido una notificación de guerra ni explicación alguna, es la violación más escandalosa del derecho de gente y de las leyes de las naciones, y un ultraje que no sufriremos tranquilamente.
“Nuestro gobierno desea el mantenimiento de la paz y de la más estrecha amistad entre los gobiernos americanos; pero no teme de nadie la guerra: poco ha que acaba de humillar diez y ocho mil soldados de sus más orgullosos enemigos, y su ejército están dispuestos para hacerse respetar y castigar a los injustos.
“Prevengo pues, al señor comandante general de Santa Cruz, que si Vd. no desocupa en el acto la provincia de Chiquitos, marche contra Vd. y no se contente con libertar nuestra fronteras, sino que penetre en el territorio que se nos declara enemigo, llevando la desolación, la muerte y el espanto para vengar nuestra patria, y corresponde a la insolente nota y a la otra guerra que Vd. ha amenazado.
“Reservo el derecho para elevar los reclamos sobre este suceso al gobierno supremo del Brasil.”
Sucre quien siempre fue un hombre ecuánime, al recibir la nota grosera del comandante de las tropas del Brasil José de Araujo y su invasión al Alto Perú lo hicieron salir de sus casillas, reaccionó violentamente, como nunca lo había hecho en su vida, ordenó al coronel Francisco López del Regimiento de Lanceros que marchase con todas las fuerzas que tenía a Santa Cruz para no solo resistir a los brasileros sino para invadirles su territorio y llevarle la guerra, la muerte y la desolación en venganza de la agresión y del ultraje que nos ha hecho. Añadió Sucre: “Nuestra intención es tomarle el Mato Grosso y llevar el espanto a esos injustos enemigos....”
Dice un dicho:
¡Dios nos guarde de la furia de los hombres pacíficos!
Inmediatamente después el coronel López fue en auxilio de la provincia invadida.
Sucre, también le dio similares ordenes al comandante general Videla para que levantase guerrillas y aniquilase a los brasileños y lo autorizaba a invadir el territorio brasilero, agitar las masas para que se lazaran contra el imperio. De todo esto le dio cuenta al Libertador, quien abrazó la vía diplomática para resolver el asunto, y tomó sus precauciones porque temía que no hubiese sido un acto espontáneo de Araujo sin autorización de la corte de Río Janeiro e informó a los gobiernos de México, Colombia y Chile del suceso, y le sugirió a ellos volver a reunir un Congreso en Panamá.
La actitud de Sucre tuvo los resultados que él, sus tropas y los altos peruanos esperaban: Aterrorizó a las autoridades de Mato Grosso por el proceder de Araujo y las consecuencias que le estaban trayendo, anularon el convenio mediante el cual se anexaba Chiquitos al territorio de Brasil. Araujo fue depuesto, pero en su retirada hizo desastres, saqueando las poblaciones por donde pasaba, y por esa conducta el gobierno imperial del Brasil lo removió de los puestos de confianza que ocupaba.
Invasión del Alto Perú por tropas del Brasil:
Mientras el comandante José Araujo invadió con sus tropas al Alto Perú, territorio que posteriormente sería la República de Bolivia, hubo un brasileño que se destacó por la lucha de la independencia de países que liberó Simón Bolívar, el fue José Ignacio Abreu y Lima, nacido en Recife el 06-04-1794 y murió en Pernambuco el 08-03-1869. Abrue de Lima fue descen-diente de familia noble y acau-dalada, y perdió toda su fortu- na por haber participado su padre en el movimiento revo-lucionario por la independen-cia. Abreu de Lima logró huir, junto con su hermano Luis a los Estados Unidos auxiliado por la masonería, de allí conti-nuó su viaje a la Guaira, atraí-do por el renombre de Simón Bolívar. En 1818, Abreu y Li-ma, ofreció sus servicios mili-tares como capitán, grado ob-tenido en Brasil y fue acepta- do por el Libertador en Angos-tura en 1819, durante la vi-gencia del congreso del mis-mo nombre. Luego participó en el equipo de redacción del Correo del Orinoco. En 1819 estuvo con Bolívar en la Cam-paña de Apure, en la marcha de paramo de Pisba, tomando parte en la batalla de Gamaza (11 de julio). Pantano de Var-gas (25 de julio) y Boyacá (7 de agosto) Siempre al lado del Libertador, actuó en la batalla de Carabobo (24 de junio 1821), donde fue herido en el pecho. Participó en las operaciones navales en la toma de Maracaibo (1823). Bajo las órdenes del general Páez estuvo en acciones contra de Puerto Cabello (08-10-11-1823). Su amistad con Bolívar, conjuntamente con otros oficiales extranjeros, generó recelos e intrigas; el perio-dista Antonio Locadio Guzmán director de Ar-gos, publicó un ataque anónimo contra Abreu y Lima (1825), de quien recibió repuesta cate-górica y violenta. Guzmán le entabló juicio y logró que lo condenaran 6 meses de prisión en el castillo de San Carlos del Zulia (octubre de 1825).
A pesar de estar desilusionado y ansioso de volver a Brasil, independiente desde 1822, decidió quedarse para defender a Colombia la Grande, que estaba amenazada a desintegrar-se; sirvió de intermediario entre Francisco de Paula Santander y José Antonio Páez, en el intento de reaproximarlos. Ante la imposibilidad de reconciliación, se inclinó por la fidelidad a Bolívar, aceptando seguir a Ecuador y combatir en la batalla de Portete de Tarquí (27-02-1829) al lado del Gran Mariscal Antonio José de Su-cre. Ya coronel, recibió del mismo Bolívar auto-rización para defenderlo en Europa de los ata-ques de Benjamín Constant. Escribió el Resumen histórico de la última dictadura del Li-bertador Simón Bolívar, comprobada con do-cumentos, que distribuyó en panfletos; orga- nizó el periódico La Torre de Babel, en (Colom-bia), en defensa de Bolívar. Cuando finalmente se desintegró la Gran Colombia (1830), acom-pañó a Bolívar a Santa Marta con Daniel Florencio O’Leary, Mariano Montilla y algunos otros. Asumió por órdenes del Libertador, el Es-tado Mayor del departamento de Magdalena; aplastó a los rebeldes en Río Hacha, inclusive al bando de Pedro Carujo. El 9 de agosto de 1831 fue expulsado en compañía de otros oficiales extranjeros, por decreto del ministro de Guerra de Nueva Granada.
Gil Ricardo Salamé Ruiz es economista.
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